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jueves, 3 de abril de 2014
¿Cuánto cuesta una Embajada?
Por Inocencio Arias.(Diplomático Jubilado)
EL Mundo España.
En 1983, al poco de dejar Calvo Sotelo la Presidencia, el Embajador de Estados Unidos en Madrid, en una cena en su Embajada, discurseo que había dos cosas por las que Felipe Gonzalez debería entrar en la historia, el ingreso de España en la OTAN y el nombramiento del general Manglano como jefe del Cesid. Calvo Sotelo , que asistía a la cena, no salía de su asombro y cuando el Embajador le concedió la palabra manifestó: "le agradezco, Embajador, que me haya hecho entrar en la historia, porque esas dos cosas las hizo mi gobierno".
No se entiende el despiste de la persona que redactase el discurso del anfitrión pero resulta verdaderamente más explicable, aunque no excusable, que el Embajador estuviera en la inopia. Se trataba de un Embajador de los llamados "políticos", es decir personas no profesionales que han aterrizado en una Embajada porque el gobierno del momento les debe algo.
En España, esa figura es infrecuente. Aunque el gobierno de Zapatero fue más prodigo de lo normal en dar Embajadas a personas, una más competentes que otras, cercanas a su partido que había que alejar o colocar, el actual gobierno ha sido muy parco y puede que solo tengamos ahora uno de estos "políticos", un peso pesado, por otra parte, y con acceso a la Moncloa lo que es bueno para el desempeño de su cometido.
Los Estados Unidos son, para escándalo de otros servicios diplomáticos y también del de personalidades de aquel país, algo diferente. Hay un número bastante abundante de Embajadores, no todos, que han "comprado" literalmente la Embajada que ocupan. No porque hayan pasado por la ventanilla de Hacienda y enriquecido las arcas del Estado sino porque han hecho una donación importante a la campaña del ganador de las elecciones presidenciales. Bien de su peculio particular o bien porque han resultado unos eficaces captadores de fondos entre amigos y corporaciones.
La práctica viene de antiguo, el padre del Presidente Kennedy fue Embajador en Londres y el Presidente Nixon indico a sus colaboradores la cantidad mínima que un donante debía aportar si quería una misión diplomática. Algún ingenuo pensó que la costumbre iba a morir con Obama. No ha sido así, el progresista Presidente no ha eliminado sino aumentado ciertas políticas controvertidas de su predecesor, como la de la utilización de aviones abejorros para localizar y matar sin proceso a terroristas, y no ha vacilado en conceder Embajadas a personas de muy escasa preparación en el campo de las relaciones internacionales y con nimios conocimientos de la realidad del país al que van a ser enviados.
En estos días esto se ha puesto de nuevo de manifiesto con la designación de la Embajadora en Hungría, la señora Colleen Bell. La designación ha provocado un poco de pitorreo en la clase política y en algún medio.
Colleen Bell es una productora de folletines para la televisión que logro captar 500,000 dólares para la campaña de Obama. Como todos los designados para cargos de una cierta relevancia en ese país ha debido pasar el examen ante el Senado. En la cámara legislativa el Senador McCain malévolamente hizo unas preguntas a la aspirante que ella contesto con tópicos y vaguedades mal hilados que pusieron elocuentemente de manifiesto su ignorancia. En el mismo día se examinaba otro benefactor, un hotelero llamado George Tsunis que ha sido propuesto para la Embajada en Noruega. Sus respuestas fueron más llamativas, parecía ignorar que Noruega es una monarquía y estuvo muy desafortunado al describir a uno de los partidos que forman el gobierno de esa nación.
Cabe preguntarse cuál es el precio de una Embajada. En los países europeos hay que estudiar el peso de la persona que hay que situar porque no hay sitio para el en el gobierno. ¿En el americano hay que calibrar el montante de la donación? Son 500,000 dólares el mínimo exigido? ¿Vale igual la de Paris que la de Madrid, la de Atenas o la de Costa Rica? No lo creo.
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